La última milla


El primer partido de fútbol que recuerdo haber vivido en el Estadio,  fue siendo muy pequeño, mi papá, hincha furibundo de Santiago Wanderers, siempre me llevó a la cancha y creo yo que era por allá en el año ’75, jugaba la U con Colo Colo, y no recuerdo bien el marcador, pero los albos ganaron y vi con tristeza que a mi hermano chico se le llenaban los ojos de lágrimas por la derrota.  Después, vi como jugaba una gran Liminha, Hoffens, alcance a ver al Lulo Socias y a otros tantos, vi con una pena tremenda como bajábamos a segunda, fue en ese instante de la vida, en que conmigo pasó lo  mismo que con muchos, nos hicimos mucho más azules, nos hicimos mucho más fieles a esta camiseta, hemos jugado toda la vida en casas ajenas, hemos perdido finales infartantes con nuestro archirrival, casi siempre estuvimos condenados a la amargura, a ver como otros sonreían en el planeta fútbol; sin embargo, en esta calurosa tarde de Santiago, me desconecté del mundo cibernético y recordé una película que vi hace como diez años, una protagonizada por Tom Hanks y Michael Clarke Duncan, La Última Milla, para ser breve, trata de una galería de reos condenados a muerte, a la silla eléctrica, en donde siempre el protagonista tiene clarito que va a perder, que va a morir, pero hubo un condenado, que hacia milagros, y conquistó a todo el que se le pasaba por delante, el gigantón Duncan nunca dejó de ser un recio pero tenía claro cual era su lugar, no obstante la forma en como lo miraban fue cambiando del desprecio gratuito hasta la admiración respetuosa; y bueno, al terminar este primer partido con LDU pensé, que gratificante es ser testigo de un cambio en la mentalidad de los azules, que tranquilizador es vivir sabiendo que los milagros ocurren de verdad, que fantástico es saber que hay un Sampaoli, que aprendió de un Bielsa, que han impuesto una forma de ver el fútbol, que va más allá de que si el miércoles ganamos o no, que los jugadores de esta U, han encantado a cuanto periodista hay en Sudamérica y hasta del Times.

Tal como en la película, no siempre los condenados están lejos de la gloria, y si hay algo que nadie podrá negar, es que en este pedazo de historia, a la U se le mira con respeto, institucional y deportivamente.  Estamos a las puertas de cruzar el velo de lo imposible, no importa cuantas veces nos apunten con el dedo, esta vez, será dulce cerrar los ojos y despertar el jueves siguiente, como un niño, aferrados a nuestros banderines, o a nuestras camisetas, esas que dicen Claro, Telmex, Cristal, Fiat etc etc etc. Esta vez, será diferente, el próximo jueves, pase lo que pase, seremos más azules, más chunchos que ayer.

Carlos Ordoñez Herrera
Columnista Tapadón 

Escrito porEquipo de Tapadón

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